5ª Etapa – Día 22 de abril de 2025 / Peñacova (Ronqueira) / Pedrogrâo Grande (78,29 Km)
Poblaciones por las que paso:
Km. Total: 326,83
Tiempo en movimiento: 6 h 36 m
Tiempo total etapa: 8 h 24 m
Velocidad media: 12,12 km/h
Velocidad máxima: 50 km/h
Desnivel acumulado + 1.286 m
Desnivel acumulado – 949 m
Altitud máxima: 771 m
Altitud mínima: 42 m
Frecuencia cardiaca media: 116 bpm
Frecuencia cardiaca máxima: 156 bpm
Cadencia media: 58 rpm
Cadencia máxima: 103 rpm
Como de costumbre, a eso de las 6:45 h comenzamos a preparar el material y a colocar las alforjas en las bicicletas. Dejamos la casa cerrada y depositamos las llaves en el cajetín junto a la puerta. Después, nos dirigimos al mismo bar donde ya habíamos comido y cenado anteriormente para desayunar.
Durante el desayuno llega el momento de la despedida. Enrique y Dani cruzarán el puente rumbo a Coímbra para luego volver a Chaves y desde allí regresar a Murcia en coche. Yo, en cambio, continúo mi camino hacia el sur, por la carretera N2, con destino a Faro.
Poco después, emprendemos la marcha juntos hasta el puente que cruza hacia Penacova. Allí nos despedimos con un gesto sencillo, una mano al aire y un “suerte” que resume bien estos días compartidos. Ahora empiezo a rodar solo.
La etapa comienza con fuerza: un ascenso continuo y agotador hasta Vila Nova de Poiares. Es un puerto largo y exigente, y me hace sudar desde el primer kilómetro. Al llegar a la población, hago una parada técnica para sellar el ya célebre pasaporte de la N2.
Retomo la marcha, y siguen las cuestas. En un cruce, paro a preguntar direcciones. La lógica me lleva a pensar que debería pasar por Lousã, pero eso implicaría desviarme de la N2 y sumar unos 30 kilómetros extra. Tras pensarlo un momento, decido mantenerme fiel a la N2 y poner rumbo a Góis. El día acompaña: cielo despejado, sol radiante y una temperatura ideal para pedalear.
Sigo rodando hasta pasar por Olho Marinho, que recorro brevemente, y sigo hasta Góis, donde hago una rápida parada en el cuartel de bomberos para sellar el pasaporte. No encuentro mucho que me llame la atención, así que salgo callejeando de la población.
La siguiente parte de la etapa vuelve a ponerme a prueba. Subo un puerto con grandes desniveles hasta llegar a Ladeiras, donde aprovecho para hacer unas fotos de un lavadero. Sigo pedaleando con grandes desniveles hasta coronar el puerto en Cabeçadas, donde encuentro otro lavadero que también documento con algunas imágenes.
A partir de aquí, por fin un respiro: una bajada larga y suave me lleva casi sin pedalear hasta Alvares. Aquí hago algunas fotos al monumento a un resinero y capturo unas panorámicas del entorno.
Pero la calma no dura mucho. Salgo de la población y me encuentro con otro puerto exigente —creo que ya es el cuarto del día—. Sin duda, esta ha sido una etapa rompepiernas, de esas que no te regalan ni un metro para llanear. Finalmente, alcanzo Pedrógão Grande.
En la oficina de turismo, que encuentro cerrada, leo que están en otra dirección. Esta vez sí: sello el pasaporte y consulto por alojamientos. Me dan dos opciones: el camping o un alojamiento local a pocos metros, el Retiro da Devesa. No lo dudo. Por un pequeño suplemento, prefiero este último, que además incluye el desayuno.
Ya instalado, sigo el ritual de siempre: ducha caliente y colada. Aprovechando que hay calefacción, lavo bastante ropa y la tiendo frente al aparato para que se seque lo antes posible.
Después salgo a conocer la localidad. Recorro lo más representativo y me dirijo hacia las afueras en busca de un lavadero del que me han hablado. Tras varias indicaciones y unas cuantas vueltas, doy con él y hago las fotos de rigor. Regreso dando un paseo al centro, paso por un supermercado, compro algo para cenar y regreso al alojamiento.
Ceno tranquilo, repaso la etapa de mañana y, como es habitual, escribo estas notas mientras saboreo un buen café.
VER 6ª ETAPA
Y yo que pensaba que sólo te llovería el primer día.... La foto de la "carretera hacia el cielo" era una "advertencia" de lo exigente que iba a ser esa jornada. Que paisajes más bonitos.
ResponderEliminar¡Sí, parece que la lluvia decidió acompañarme más de lo previsto!
EliminarEsa "carretera hacia el cielo" fue toda una premonición: no solo por los repechos, sino por lo que vino después. Pero tienes razón, los paisajes magníficos. Portugal no deja de sorprender.
Gracias por tu comentario y por seguir el blog