Ruta en bicicleta entre el nacimiento del Río Ebro en Fontibre (Santander) y su desembocadura en Deltebre (Tarragona) + Regreso a Murcia
Caspe
Mequinenza
Alojamiento:
Albergue municipal Camí de Sirga
Km. Etapa: 79,73
Km. Total: 837,78
Tiempo en movimiento: 6:24 h
Tiempo total en movimiento: 65,36 h
Velocidad media: 13,1 km/h
Velocidad máxima: 55,3 km/h
Desnivel acumulado + 1.031 m
Desnivel acumulado – 1.145 m
Altitud máxima: 306 m
Altitud mínima: 18 m
Frecuencia cardiaca media: 104 ppm
Frecuencia cardiaca máxima: 143 ppm
Cadencia media: 59 rpm
Cadencia máxima: 107 rpm
Como cada mañana, me levanto antes de que suene el despertador. Organizo las alforjas y bajo para engrasar la bicicleta. Le añado unas gotas de aceite a la cadena, ya que desde que la lave en la gasolinera, está bastante seca. Una vez todo listo, desayuno y me despido del personal.
Comienzo la etapa pedaleando por la carretera A-221. Nada más empezar, hay un pequeño puerto con algunos repechos fuertes. Tras rodar un par de kilómetros, me desvío unos 500 metros para visitar la Torre del Tambor, una fortificación fusilera muy característica del siglo XIX, aquí hago un par de fotos.
Sigo pedaleando por la misma carretera, superando fuertes subidas. Después, vuelvo a desviarme un kilómetro para visitar el Monasterio de Rueda, pero lamentablemente se encuentra cerrado. Aunque lo más interesante está fuera del monasterio: un conjunto de norias que suministraban agua a las huertas mediante un acueducto.
De vuelta en la carretera A-221, cruzo el río Ebro y, después de un par de kilómetros, abandono la carretera para entrar en Escatrón. Aquí, recorro la ciudad. Cabe mencionar que todas las calles tienen fuertes pendientes. Hago algunas fotografías de un lavadero y desde el mirador de los meandros, disfruto del paisaje.
Dejo la población siguiendo el camino del cementerio, con pendientes realmente fuertes. Luego, retorno a la carretera A-221, donde un ciclista me para pará preguntar sobre mi ruta. Le explico más o menos el trayecto que estoy siguiendo y me comenta sobre una pista que lleva a Alcañiz y desde allí a Tortosa por la Vía Verde. La idea es buena, pero no me arriesgo a tomar esos caminos.
Sigo por la A-221, una carretera con subidas pronunciadas. Empiezo a notar que la bicicleta hace ruidos un tanto raros, posiblemente de los radios o los cambios, pero el sonido viene de la rueda trasera. Incluso me detengo para ver si hay algún radio roto o qué coño pasa. No encuentro nada, así que cuando llegue a Caspe, buscaré un taller, si lo hay.
Finalmente, llego a Caspe y lo primero es buscar un taller. Localizo dos y ambos me dicen lo mismo: «no vemos nada anormal, puedes continuar tu ruta con tranquilidad». En fin… veremos… Ahora, recorro la población, donde veo un lavadero y algo más. Hago algunas fotos y aprovecho para tomar un tentempié.
Continúo pedaleando por la A-221, una carretera con fuertes subidas y bastante peligrosa. Hay aproximadamente 40 kilómetros hasta Mequinenza, sin arcén y con repechos imposibles, y además no hay pueblos entre ambas localidades.
Después de recorrer unos cuantos kilómetros bajo un sol abrasador, mi bidón de agua está vacío y no tengo posibilidad de llenarlo. Veo a un grupo de magrebíes trabajando en labores agrícolas y decido detenerme para pedirles agua. Amablemente, me ofrecen toda la que necesito, e incluso compartimos una agradable charla.
Aprovecho esta pausa para llamar al albergue de Mequinenza y reservar una cama. Me indican que les vuelva a llamar cuando esté cerca para esperarme. La persona con la que hablo me alerta sobre el peligro de la carretera y me recomienda precaución.
Continúo enfrentándome a las fuertes subidas hasta que, tras recorrer varios kilómetros cruzo un puente, aquí, alguien me hace señas y entiendo que es el encargado del albergue. Nos presentamos y entramos al albergue, que se encuentra junto al puente, me explica cómo funciona todo y me dice qué si necesito algo, solo debo llamarlo por teléfono.
Ahora toca lo de todos los días: me doy una ducha, lavo la ropa y descanso un buen rato. Es un albergue enorme, pero estoy completamente solo. Una vez he descansado, salgo a visitar la población, lo hago en bicicleta, ya que estoy a aproximadamente un kilómetro del centro, y la ciudad es muy alargada. Justo cuando estoy llegando al centro, comienza a llover. Me pongo el chubasquero y busco rápidamente un supermercado donde comprar algo para cenar. Sin ver la población, regreso al albergue donde me preparo la cena.
Después de cenar, observando la lluvia tras la ventana, me preparo un buen café y mientras lo saboreo, escribo estas notas.
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