13ª Etapa – Día 30 de abril de 2025 / Rociana del Condado / Sevilla (69,67 Km)
Poblaciones por las que paso
Villarrasa (paso rozando)
La Palma del Condado (paso rozando)
Villalba del Alcor (paso rozando)
Manzanilla
Castilleja del Campo
Sanlúcar la Mayor
Espartinas
Castilleja de la Cuesta
Sevilla
Datos de la etapa:
Km. Etapa: 69,67
Km. Total: 988,3
Tiempo en movimiento: 4 h 32 m
Tiempo total etapa: 7 h 22 m
Velocidad media: 15,6 Km/h
Velocidad máxima: 42,7 Km/h
Desnivel acumulado + 439 m
Desnivel acumulado – 518 m
Altitud máxima: 186 m
Altitud mínima: 5 m
Frecuencia cardiaca media: 112 bpm
Frecuencia cardiaca máxima:178 bpm
Cadencia media: 67 rpm
Cadencia máxima: 100 rpm
Para no perder la costumbre, hoy me he levantado sobre las 6:30 h. Lo primero que he visto al asomarme ha sido la lluvia cayendo con insistencia. Siguiendo mí ya rutinario ritual matutino, he organizado todo el equipaje, lo he bajado y cargado en la bici. Como en el hostal no abren hasta media mañana, he aprovechado una breve tregua del cielo para salir a desayunar a un bar cercano.
Durante el desayuno, un taxista me ha dado indicaciones sobre cómo llegar a Sevilla. Yo tenía previsto ir por Almonte y El Rocío, pero me ha dicho que esa ruta era poco recomendable, casi un disparate, y que lo mejor era tomar la carretera nacional desde Rociana hasta Sevilla.
Una vez he desayunado, le agradezco sus consejos, y regreso al hostel mientras caía una lluvia ligera. Aquí me he puesto el traje de lluvia y salgo pedaleando en busca de la carretera HU-4102. Ya en buena dirección, he pasado rozando Villarrasa, luego he cambiado a la A-472 y he continuado la etapa bordeando otras localidades como La Palma del Condado y Villalba del Alcor, a las que no he entrado por culpa de la intensa lluvia.
Con muchos kilómetros pedaleados bajo una tormenta tremenda, decido parar en Manzanilla para refugiarme en un bar de carretera. Me he tomado un café con leche mientras esperaba, con paciencia, que la lluvia aflojara un poco. Tras más de una hora, decido continuar, aunque aún chispea ligeramente.
Rodados unos doce kilómetros, y viendo que el cielo volvía a caer agua a mares, me he refugiado de nuevo, esta vez en Castilleja del Campo. Aquí, además de tomar un tentempié, he aprovechado para llamar a varios hostes en busca de alojamiento. Después de varias llamadas fallidas, he conseguido reservar una habitación.
Tras esta larga parada sigo con la etapa, con las mismas condiciones: lluvia persistente y el viento en contra. Al llegar a Sanlúcar la Mayor, me he visto obligado a refugiarme bajo el toldo de la terraza de un bar. Empapado hasta los huesos, he descansado un rato del castigo del agua hasta que decido entrar al bar para comer algo y reponer fuerzas.
Poco después, con la lluvia amainando, pero sin cesar del todo, he retomado la marcha. En la carretera me he cruzado con un cicloturista francés que venía en dirección contraria. Nos hemos detenido a charlar unos minutos bajo la llovizna. Nos hemos despedido y he seguido pedaleando hasta que, tras unos veinte kilómetros, he llegado por fin a Sevilla.
La ciudad me recibe con unos nubarrones tremendos, pero sin lluvia. He buscado el hostel y, tras hacer el check-in, he descargado la bicicleta, metido las alforjas a la habitación y dejado la bici en una terraza. Luego me he dedicado a organizar el equipaje y, sobre todo, a tender la ropa completamente empapada.
Ya más tranquilo, me he dado una ducha caliente. Hoy he decidido no lavar la ropa: con tanta humedad no se secaría. Tras un buen descanso, he salido a recorrer la ciudad. En la oficina de turismo me han dado información sobre qué visitar, pero también me han informado de una alerta por fuertes lluvias. Me aconsejan no continuar la ruta, ya que hacia donde pienso ir hay muchos pueblos serranos con ramblas que podrían inundarse. La policía local me confirma la información: las condiciones pueden ser peligrosas.
Mientras recorro las calles, la cabeza no deja de dar vueltas. No dejo de pensar en los problemas que podría tener si sigo adelante, y finalmente tomo una decisión: no continuar la ruta. Me siento en la terraza de un bar, pido una cerveza y, con más calma, entro en la web de autobuses y reservo el viaje de vuelta para mañana.
Más tranquilo y con la decisión tomada, continúo paseando por Sevilla. Cuando ya he visto todo lo que el tiempo me permite —y con las piernas rendidas— me detengo a cenar junto al puente de Triana. De regreso al hostel, me pillo un café para llevar y, ya en la habitación, me lo tomo mientras escribo estas notas.
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